En busca de vituallas
nos escabullíamos sin mas
por los untersticios de la siesta.
Como locas lagartijas
sedientas de aventuras
Por las piedras calcinantes
de patios y escaleras
corríamos raudos a ocupar
nuestros puestos de venta.
Abiertos durante horas
lúdicas de magia y entrega.
Célebres comerciantes
de ilusiones pasajeras.
A la vuelta de un repollo
combatimos muchas tardes
el aburrimiento y la pereza
Y al caer el sol cerrábamos
nuestro negocio como todos
para abrirlo al otro día
con un pájaro de sueños
rondando nuestra cabeza.
mientras la noche llegaba
a ungir la mercancía con rocío
y su séquito de estrellas
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